
Cómo las emociones impactan en tu digestión y cómo sanar a través de la alimentación, el yoga y caminar juntas
Nuestro sistema digestivo no solo procesa los alimentos que comemos, sino también las emociones que sentimos. Seguro que en algún momento en el que has atravesado una ruptura, una pérdida o algún momento con más intensidad has sentido cómo tu estómago se encogía, cómo perdías el apetito o cómo aparecía un nudo en la garganta. Esa sensación no es casualidad: tu cuerpo está en diálogo constante con tu mente.
¿Por qué sucede esto?
El sistema nervioso está en comunicación constante con nuestro cerebro a través del eje intestino-cerebro. Así, cada pensamiento o emoción que vivimos tiene eco en nuestra digestión: puede traducirse en inflamación, hinchazón, digestiones lentas o incluso vómitos.
Aquí es donde una alimentación consciente y nutritiva, la práctica de yoga y el caminar en grupo cobran todo su sentido. Comer bien no es solo cuestión de calorías o nutrientes: es darle a nuestro cuerpo la información correcta para regular el estrés y fortalecer el sistema digestivo.
Cuando hablamos de alimentación consciente, hablamos de elegir cada bocado como un acto de cuidado y respeto hacia nuestro cuerpo. Desde el momento de la compra, preguntándonos qué alimentos realmente necesitamos, cuáles son locales y de temporada, y eligiendo productos con menos procesado y más vitalidad, hasta el instante de sentarnos a comer. Poner atención en cómo nos sentimos antes de cada comida es clave: ¿tengo hambre real o emocional?, ¿estoy presente o distraída?, ¿Cómo está mi cuerpo y mi mente? Estas pequeñas preguntas nos ayudan a reconectar con la verdadera necesidad de nuestro organismo.
Pero la alimentación no lo es todo: la manera en que comemos también importa. Masticar despacio, comer en un ambiente tranquilo y sin distracciones, y dar gracias antes de cada comida son pequeños gestos que transforman la digestión. Porque no solo digerimos alimentos: digerimos emociones, pensamientos y experiencias.
A esto se suma la práctica de yoga, que nos invita a habitar nuestro cuerpo con atención y amabilidad. A través de las posturas y la respiración, se libera la tensión acumulada en la zona abdominal, se activa el nervio vago y se favorece la respuesta parasimpática del sistema nervioso: la respuesta de calma, reparación y regeneración. Y por supuesto de digestión.
Las posturas suaves, la respiración consciente y los movimientos de torsión favorecen la circulación de la sangre en los órganos internos, ayudando a la motilidad intestinal y a liberar emociones bloqueadas.
Y hay algo más que no debemos subestimar: caminar juntas. Cuando compartimos el movimiento con otras mujeres, creamos un espacio seguro y de confianza. Nuestras emociones encuentran un cauce natural y nuestros cuerpos se sienten sostenidos. Caminar juntas nos recuerda que no tenemos que transitar solas este proceso: somos tribu, somos comunidad.
En el Campamento Vikinga, que lanzo a final de este mes, quiero ofrecerte exactamente eso: un espacio donde reconectar con tu cuerpo, sanar tus emociones y potenciar tu digestión. A través de la alimentación consciente, el yoga y el poder de caminar juntas y con otras profesionales que aporten desde su saber, vamos a retomar el control de nuestra energía y de nuestra salud digestiva.
