
Durante años nos han hecho creer que comer grasa nos hace engordar. Se demonizó el aguacate, el aceite de oliva y los frutos secos, mientras se nos animaba a consumir cereales de desayuno, yogures 0% y barritas “ligeras” cargadas de azúcar.
Hoy sabemos que el verdadero culpable del aumento de grasa corporal no es la grasa en sí, sino el exceso de azúcar y, sobre todo, el exceso de insulina, la hormona que regula cómo usamos o almacenamos la energía.
¿Qué es la insulina y por qué importa?
La insulina es una hormona clave: su función principal es permitir que la glucosa (el azúcar que comemos) entre en las células para ser utilizada como energía o almacenada. Es absolutamente necesaria para la vida. El problema aparece cuando vivimos en un estado de estimulación constante de insulina: comidas frecuentes, ultraprocesados, snacks continuos, azúcar escondido en todo tipo de productos “saludables”…
Cada vez que comes algo que eleva el azúcar en sangre —como pan blanco, bollería, zumos, snacks procesados o incluso exceso de frutas dulces— tu cuerpo responde produciendo insulina. Si esta situación se repite muchas veces al día, durante muchos años, tu cuerpo puede volverse menos sensible a la insulina. Es lo que se conoce como resistencia a la insulina, y es uno de los factores clave detrás del sobrepeso, la obesidad y muchos desequilibrios hormonales.
Insulina alta = cuerpo en modo almacenamiento
Cuando hay mucha insulina circulando, tu cuerpo no quema grasa. Está ocupado almacenando. La insulina bloquea la lipólisis (la quema de grasa) y activa la lipogénesis (la creación de grasa).
En otras palabras, aunque estés comiendo pocas calorías, si estás constantemente estimulando la insulina, tu cuerpo entiende que debe guardar energía “por si acaso”. Es un mecanismo de supervivencia que hoy juega en nuestra contra.
¿Qué genera más insulina?
- Azúcares simples (refinados o naturales)
- Harinas blancas y productos ultraprocesados
- Comer cada pocas horas sin dejar descansar al cuerpo
- El estrés crónico (sí, también eleva la insulina)
- La falta de sueño y el sedentarismo
¿Y qué la regula?
- Dietas con menos carga glucémica (más verduras, grasas saludables y proteínas)
- Ayuno intermitente bien pautado
- Movimiento diario, especialmente fuerza
- Dormir bien y gestionar el estrés
¿Comer grasa engorda?
No necesariamente. Comer grasa no estimula la insulina de la misma forma que lo hacen los azúcares o las harinas.
Las grasas saludables (como las del aguacate, el coco, el pescado azul o los frutos secos) pueden ayudar a estabilizar el azúcar en sangre, reducir el hambre y facilitar un entorno hormonal más favorable para quemar grasa y mantener un peso saludable.
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